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La filosofía de una madre de día es no perdonar jamás la salida diaria al exterior con los niños/as, independientemente del tiempo que haga
Y es que los niños/as necesitan todos los días desplegar su energía aunque llueva
Si hay una cosa característica del modo de trabajar de una madre de día es que no perdonamos la salida diaria al parque, llueva o nieve. Tan solo en casos muy excepcionales, por ejemplo, cuando sopla el viento fuerte y sabemos que nos podemos poner en riesgo, nos saltamos esta norma no escrita en nuestras iniciativas.
Hay muchas familias a las que esta cuestión no les gusta demasiado, por eso es importante dejárselo claro en la primera visita que hacen a tu casa para conocerte. No conciben que un día de lluvia podamos salir con los niños a mojarnos. Sin embargo, sí lo hacemos.
Por supuesto, lo hacemos muy bien preparados. Con sus monos, chubasqueros y sus botas de agua. Y, a menos que esté cayendo el diluvio universal, nos lanzamos a salir a la calle. Entiendo que si tuviéramos muchísimos niños a nuestro cargo esto sería dificilísimo y nos complicaría mucho la vida, pero en nuestro caso, es perfectamente factible.
¿Y por qué nos gusta tanto mojarnos?
Los niños necesitan desplegar su energía todos los días. Ellos no miran al cielo para ver si ese día se pueden contener o no. ¿Por qué privarles de esta experiencia mágica?
Bien pertrechados, tendrán la posibilidad de saltar charcos, de oler lluvia, de jugar con tierra mojada. ¿Qué problema hay con que su ropa se moje? Ninguno. Al llegar a casa ya nos cambiaremos.
Nuestra mirada de respeto a la infancia, nuestra forma de crianza hace que antepongamos siempre las necesidades del niño/a sobre las nuestras. Es posible que nos complique la vida el tener que cambiarles nada más entrar por la puerta de casa. Pero, ¿han disfrutado de la experiencia? Pues eso es lo único que a nosotras nos importa.
Salir al exterior cada día cubre las necesidades básicas de un niño. Bien preparados para salir, la lluvia es altamente beneficiosa para la salud. En los países nórdicos llueve a diario y allí la costumbre es dejar a los niños en la calle, soportando bajísimas temperaturas, incluso para echarse la siesta. Si esto fuera perjudicial, siempre estarían enfermos.
Todos los días los niños necesitan un ratito de expansión diario para poder oxigenarse y respirar. Precisamente cuando llueve esa sensación de que la atmósfera se limpia es muy agradable y les encanta. Les hace feliz tocar texturas mojadas: la hierba, la tierra… Potenciamos su desarrollo físico y emocional.
Las experiencias en la calle son altamente pedagógicas
Nuestro tipo de crianza no concibe el día a día sin la salida al exterior. La calle nos llena de multitud de experiencias altamente pedagógicas para ellos. Cuando los niños ya entran en la etapa 2-3, un momento como es el recorrido de casa al parque, les resulta emocionante. En mi caso, que tenemos el parque muy cerca, hacemos el camino lentamente. Saboreándolo. Nos detenemos si asoma un caracol por la acera y le observamos en su lento caminar.
Observamos a unos operarios en una grúa arreglando una fachada. Nos reímos con el jardinero de un edificio mientras le vemos arreglar las plantas. Saludamos a las abuelas que bajo su paraguas pasean a su perrito.
Asomamos la cabecita en la panadería por la que siempre pasamos y saludamos a la tendera. Tenemos mucha suerte de saborear cada pasito cuando salimos a la calle. De poder parar así en un mundo en el que todo son prisas y más prisas.
Hay familias que no quieren esta opción, sed sinceras con ellas
Así que no. No nos privamos de nuestra salida de todos los días. Y si alguna familia tiene algún problema con esto, mi consejo es que seáis sinceras desde el principio y le transmitáis que ésta, es una de nuestras señas de identidad y que quizás ellos estén buscando otro tipo de espacio donde no salgan los niños si llueve.
Lamentablemente ocurre en muchos lugares, donde la pantalla se convierte en la mejor aliada para contenerlos y que estén tranquilos. Yo he perdido a alguna familia por este motivo. Porque su bebé se ponía enfermito a menudo y les daba miedo que yo saliera a diario. Optaron por otro espacio.
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