Cómo es el periodo de vinculación ideal de una madre de día

periodo de vinculación

El periodo de vinculación debe durar entre 15 días y 1 mes para que resulte positivo

Al final habremos conseguido el vínculo afectivo entre madre de día y bebé

El periodo de vinculación es como preferimos las madres de día llamar al periodo de adaptación. Es importantísimo que lo hagamos con calma. Mientras en la mayoría de opciones el periodo de adaptación se realiza como máximo en una semana, las madres de día nos tomamos más tiempo; el que sea necesario para lograr que, cuando termine, el niño o la niña haya conseguido el vínculo afectivo total hacia nosotras. Por eso, nos gusta advertir a la familia de que lo ideal es que puedan tomarse entre 15 días y un mes para acompañarle.

Sabemos que desafortunadamente la realidad es bien distinta y en la mayoría de los casos hay que acelerar algo este proceso. No obstante, hoy te quiero hablar de mi periodo de vinculación ideal, el que he conseguido hacer con muchas familias y realmente he visto resultados muy positivos. Vaya por delante que, como en todo, cada madre de día lo hace a su modo.

Algunas compañeras, por ejemplo, días antes de comenzar el curso ya tienen una primera toma de contacto con el bebé en el hogar de éste. Yo nunca he probado a hacerlo así, pero, por lo que cuentan, es una experiencia muy positiva.

Una adaptación sin prisas da mejores resultados

Te hablaré de mi periodo de vinculación en La Casita de Pez Austral. Desde después de la pandemia, decidí hacer la primera semana entera de toma de contacto en el parque. Y a mitad de la misma, introducir alguna ausencia intermitente de su figura de referencia. Lo hago así porque considero que es la forma más natural de que el niño o niña se familiarice conmigo y me empiece a ver como una figura cercana.

Pasada la primera semana, le invito a entrar acompañado por primera vez al nido. Cuando esto sucede, es decir, que entra por primera vez en un entorno que no es su casa, se muestra extraño. Siempre sigue con su mirada a su mamá o figura de referencia para que le dé la suficiente confianza como para que, aunque no esté en su entorno habitual, sí se sienta seguro en el espacio.

Por muy buenas madres de día que seamos, para un niño que nos ve por primera vez somos una figura completamente extraña y ajena a su mundo, por eso tenemos que ir tan poquito a poco.

La primera semana en la casita es importante que haya una toma de contacto suficiente, pero cortita. La mamá o persona que haya elegido hacer la adaptación del bebé, le acompañará en todo momento en la iniciativa durante el juego libre, aunque a ratitos pueda ausentarse de la sala y permanecer en otro lugar de la casa.

Supongamos que es la madre, para dirigirnos siempre a esta figura, la que acompaña a su hijo. Al principio hemos de dejar al niño explorar los rincones por los que va a acontecer su día a día, dejarle entrar en los espacios que se usarán en la iniciativa. Permitirle recorrer pasillos y diferentes habitaciones para que poco a poco se vaya haciendo al espacio. En este proceso, siempre estará acompañado.

Un ratito de juego libre (sin intervención) en compañía de su mamá

Más tarde, optamos por quedarnos en una misma sala, la del juego libre. Aquí todo está dispuesto a su altura, por lo que el niño se olvidará por un instante que está en una casa ajena y comenzará a interesarse por todo lo que tiene a su alrededor, sin perder de vista a su madre.

En este momento, madre y madre de día charlan distendidamente entre ellas, en un tono adecuado, para que el niño comience a asociar que ambas tienen una actitud amigable entre ellas y eso le aportará seguridad en el futuro. El periodo de vinculación va marchando como debería.

Aquí advertimos a la madre de que no hay que intervenir en el juego. Para evitar tentaciones, yo aquí a veces utilizo un recurso, que es ofrecer a la madre una manualidad.

Yo suelo hacer para este momento cometas con palos y lana, o sea, ojos de dios (que aprendí de una maravillosa compañera), que nos permiten charlar en actitud relajada evitando en todo momento que la madre intervenga en el juego del niño. El hecho de estar nosotras concentradas en lo nuestro, hace que él esté concentrado en su juego.

Periodo de vinculación

La madre de día será mera observadora

Durante los dos primeros días no haremos ninguna separación. De hecho, será la madre quien se ocupe de cambiar el pañal, de darle la fruta o lo que le toque a media mañana, y la madre de día tendrá el papel de mera observadora. De este modo, sabrá cómo se maneja su madre con él y ella también se enriquecerá de ese aprendizaje.

La madre de día puede acercarse un poquito más dándole confianza. Acariciándole y ofreciéndole ella, por ejemplo, la pieza de fruta. Al tercer día de la segunda semana podremos probar a que la madre desaparezca poquito a poco del radio de visión dentro del nido, pero sin marcharse demasiado lejos por si comienza a llorar demandando su presencia.

No será hasta mediados de la segunda semana cuando elijamos otro momento del día para la adaptación. Por ejemplo, podemos sumar al juego libre del nido, la salida al parque y desarrollar allí el ratito que estemos juntas, hasta volver a probar nuevas pequeñas ausencias.

En la tercera semana, probamos a comer en el nido

En la tercera semana es posible introducir el momento de la comida. El niño probará a comer en la iniciativa y el primer día puede estar presente su madre. Poquito a poco se irá familiarizando cada vez más con el espacio y con la madre de día.

Ya a estas alturas del periodo de vinculación, veremos cómo es posible que la madre ya pueda despedirse por la mañana, con respeto, pero sin alargar mucho el momento, y volver a las dos o tres horas y el pequeño no se sienta tan extraño con su nueva figura de apego.

En la última semana ya está preparado para dormir su primera siesta. Sin embargo, es importante que la madre esté en casa de vuelta antes de que él despierte, pues es posible que en ese momento demande su presencia de forma insistente y tiene que tener la seguridad de que acudirá si la llama.

El apego seguro es vital en la etapa 0-3

En la etapa 0-3 el niño es puramente emocional. Así, el apego es importantísimo durante esta etapa. Y veréis cómo aunque, al principio le cueste, con el paso del tiempo te habrás convertido en su auténtica figura de apego y el bebé estará contigo en calma. No te agobies si pasado un tiempo en el que ya creías que estaba adaptadísimo, empieza a no querer separarse de su madre. El periodo de vinculación es flexible y, como tal, puede haber retrocesos que son absolutamente normales.

Es totalmente normal. Es algo totalmente transitorio hasta que aprende a que cada día siempre vuelve su mamá a recogerle tras echarse la siesta.

Importante que nuestra actitud hacia el bebé sea siempre la de atender sus necesidades básicas y arroparle con un abrazo cuando nos demande. Sabrás que está perfectamente adaptado/a cuando un buen día empieza a llorar por no querer irse. Y eso también pasará.

Si ya eres madre de día y te enfrentas estos días al periodo de vinculación, buena suerte y mucha paciencia. Y si aún no eres madre de día pero quieres aprender sobre esta profesión e incluso dedicarte a ella, te invito a que me escribas a: info@comosermadrededia.com

Un año más, mi curso online, Abre tu proyecto de Madre de día, funciona para ayudarte a ti, que ya te dedicas al ámbito de la educación, a abrir tu hogar al cuidado de niños y niñas de 0-3 años.

Gracias por estar ahí 🙂

 

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Arancha Cuéllar

Periodista, educadora infantil y madre de día en La Casita de Pez Austral. Firme defensora del acompañamiento respetuoso a la primera infancia.

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